Ransomware, phising, malware o ataques DDos. Independientemente de su tamaño, todas las empresas son objetivos potenciales de ciberataques.
Según estudios recientes, más del 60% de las pymes que sufren un ciberataque cierran sus puertas en los seis meses siguientes. Las PYMES modernas son particularmente vulnerables, ya que a menudo
tienen recursos limitados para implementar medidas de seguridad avanzadas.
Los ciberataques suelen tener efectos devastadores, ya que comprometen no sólo el trabajo de desarrollo de una empresa, sino también su reputación y su viabilidad económica.
El robo o la destrucción de datos sensibles mediante técnicas como el phishing o el uso de malware, que aprovechan correos electrónicos engañosos y software malicioso para robar información financiera, proyectos confidenciales o datos de clientes, puede paralizar todas las operaciones y dar lugar a infracciones de normativas sobre privacidad como el GDPR. Al mismo tiempo, reduce la confianza en la empresa, provocando la pérdida de clientes y de nuevas oportunidades de negocio.
Los ataques extorsivos, como el ransomware o los DDoS, pueden paralizar los sistemas de las empresas, provocando bloqueos que se traducen en importantes pérdidas económicas, ralentizaciones de la producción y de los servicios.
Los costes de recuperación de datos, – rescate a pagar (en el caso del ransomware) -, gestión de la crisis e implantación de nuevas medidas de seguridad suponen un impacto económico a menudo insostenible para las pymes. De hecho, el 43% de las empresas españolas dejó de estar operativa después de un ataque de ransomware.
Además, la gestión de las consecuencias de un ciberataque puede generar una presión significativa sobre el personal, con repercusiones negativas en la productividad y la moral.
Para protegerse contra estas amenazas, las pymes están invirtiendo en la integración de equipos especializados en ciberseguridad dentro de su plantilla.
En general, los errores humanos son en el 95% de los casos la causa principal de la mayoría de los ataques. Por ello, estos equipos se ocupan de la formación constante del personal en buenas prácticas para reducir significativamente el riesgo.
Además de la formación, también se necesitan medios tecnológicos. Entre las herramientas más eficaces para aumentar la seguridad corporativa está el uso de una VPN (Red Privada Virtual). Una VPN crea una conexión segura y cifrada entre el dispositivo del usuario y la red corporativa, protegiendo las comunicaciones de escuchas o accesos no autorizados. Su uso permite enmascarar la dirección IP, lo que dificulta a los ciberdelincuentes la localización y el ataque a la red corporativa. También protege los datos durante la transmisión, evitando que sean interceptados en redes públicas o inseguras como Wi-Fi. Hoy en día, una VPN es una inversión estratégica para proteger la integridad de las comunicaciones corporativas y reducir los riesgos asociados a la ciberseguridad.
El efecto de una VPN no basta por sí solo, sino que además requiere una vigilancia constante para detectar a tiempo las anomalías y evitar males mayores. Empresas como Vodafone, comercializan paquetes para mejorar la ciberseguridad como Seguridad Digital Plus , una suite dedicada a las pequeñas empresas de más de cinco empleados. Esta herramienta incluye ciberscoring, protección de identidad digital, borrado digital, optimización de dispositivos, análisis forense, formación de empleados y soporte técnico 24×7. Optar por soluciones especializadas, como las que ofrece Vodafone Business, proporciona herramientas de protección avanzadas incluso a los equipos más pequeños.
En definitiva, invertir en ciberseguridad ofrece numerosas ventajas estratégicas a las empresas. Garantiza la protección de información crítica, como datos de clientes, propiedad intelectual y documentos comerciales confidenciales, y, en consecuencia, protege la reputación de la empresa. Garantiza la continuidad del negocio aplicando medidas de seguridad sólidas que minimizan los ciberataques que podrían interrumpir las operaciones empresariales. Las inversiones en ciberseguridad también ayudan a cumplir con normativas cada vez más estrictas, como el GDPR u otras leyes de protección de datos, evitando fuertes sanciones y responsabilidades legales.