• El 90% de los menores que sufren acoso escolar tiene problemas psicológicos, mientras que otro tipo de consecuencias tienen una incidencia muy inferior, entre las que destacan la discapacidades.

• Articulo elaborado por la compañía Gaptain, Educación y Seguridad digital para niños.

Radiografía del ciberbullying con datos

Uno de cada cuatro casos de acoso escolar se produce en forma de ciberbullying. Esta es una de las conclusiones que se desprenden del nuevo estudio sobre acoso escolar y ciberbullying realizado por la Fundación Anar. Además, el informe revela que la mitad de los casos atendidos a lo largo del año pasado evolucionaron hacia una mayor violencia y frecuencia, una tendencia que ya se venia observando desde 2015.

En cuanto a las víctimas, la edad media de los menores que sufren acoso escolar se sitúa en los 10,9 años y en los 13,5 años en el caso de los que padecen ciberbullying. Siendo una característica que diferencia a la víctima o la agresividad (diversión) de los agresores los principales motivos para ejercer el acoso. Una situación que suele superar de media el año de duración (52,9%) y se produce de forma casi diaria (75,4%). Lo que en 2017 provocó que el 13% de las víctimas tuvieran que cambiar de centro educativo.

Los datos, además, revelan que los insultos y amenazas siguen siendo la forma más común de acoso (78% de los casos), siendo WhatsApp la herramienta más utilizada. Mención aparte merece la agresión física, que se produce en el 51,6% de las situaciones de acoso.

La problemática social y psicológica

Más de la tercera parte de los que sufren acoso escolar o ciberbullying no se lo cuenta a sus padres ni profesores. El resto tarda entre 13 y 15 meses de media en pedir ayuda. Durante el tiempo que dura esta situación los menores desarrollan problemas sociales (el 57,5% han perdido amigos o están solos desde que comenzaron a sufrir acoso) y emocionales que perduran en el tiempo.

De hecho, el 90% de los menores que sufren acoso escolar tiene problemas psicológicos, mientras que otro tipo de consecuencias tienen una incidencia muy inferior, entre las que destacan la discapacidades (7,0%) o los problemas personales con familiares o amigos (6,5%). Según aspectos concretos, las principales o más repetidos son los síntomas depresivos (68,8% de los casos), ansiedad (67,2%) y miedo (58,6%). En un segundo plano, se observa aislamiento (26,3%), soledad (23,7%), habilidades sociales (19,4%), bajo rendimiento escolar (16,7%), baja autoestima (15,6%) y agresividad o rabia (15,6%).

En cuanto a las consecuencias que pueden ser especialmente serias para las víctimas (8,2% del total), destacan autolesionarse (2,4%), ideas suicidas (4,6%) e intentos de suicidio (1,2%).

¿Cómo prevenirlo?

En el estudio publicado por la Fundación ANAR Sen 2018 confirma que la evolución del acoso escolar, sino se erradica, lejos de experimentar mejoría, incrementa su intensidad y gravedad. Por eso es necesario formarse y educarse al respecto. Pero sobre todo, establecer un diálogo abierto con el menor donde la confianza sea la base de la relación y donde se desarrolle un protocolo de
actuación efectivo:
1. Uso de herramientas de control y monitorización digital para acompañar a los menores.

2. Trabajo conjunto de padres/tutores y la escuela para erradicar el problema y después hacer seguimiento.

3. Informar y formar a los profesores en la detección de casos de acoso así como de los protocolos de actuación más efectivos.

4. Actuación inmediata en casos de acoso y aviso a las autoridades si la situación es grave.

5. Vigilar los signos de violencia y los cambios en la conducta, alimentación, periodos de sueños etc del menor ya que son indicadores potenciales para saber si un niño está teniendo algún tipo de problema.

¿Qué se esta haciendo para solventarlo?

La única solución real para acabar con el acoso escolar o ciberbullying es la educación a los menores en edades tempranas, la formación a padres-madres y docentes sobre buenas prácticas preventivas, derechos y responsabilidades, y en qué hacer y cómo identificarlo en base a cambios de comportamiento. Cada vez existen más iniciativas que abarcan estas dos líneas de actuación, como es el caso del programa escolar contra el ciberbullying Segurescola que favorece la convivencia positiva en el centro educativo aplicando inteligencia artificial y perfilando a los alumnos para detectar casos ‘invisibles’. La herramienta permite medir el nivel de acoso y segregación en el colegio, establece un socio grama por cada aula, y perfila a los alumnos en base a los roles que interviene en los casos de bullying: Agresor, víctima y mediador.

Esta información será clave para conseguir anticiparse a las agresiones identificando a los excluidos, potenciales víctimas de bullying, y trabajando con ellos de forma personalizada, educar a menores y familias en un uso seguro y preventivo de la tecnología, formar a los docentes, e implantar protocolos y acciones efectivas contra el bullying o ciberbullying, y ofrecer una red de expertos que entre todos ayuden a hacer frente a este problema social se hace imprescindible y muy urgente.

Por que además, no podemos pasar por alto los datos que afirman que aquellos que han sufrido acoso durante su infancia, son mucho mas propensos que la media a ejercerlo de mayores, igual
que en los casos de abusos sexuales y víctimas de comportamientos violentos.

¡Nunca es tarde para educar en el respeto, igualdad, y diversidad!