Por José Antonio Pinilla, CEO y Chairman de Asseco Spain Group

La seguridad digital y en específico, la seguridad de la información es una de las mayores problemáticas de los últimos años, no solo por los riesgos que conlleva su violación si no porque los actores dispuestos a vulnerarla se profesionalizan y transforman con una velocidad inquietante. Desde los famosos telegramas diplomáticos publicados en Wikileaks en 2010, hasta los últimos robos de tarjetas de créditos en AirEuropa hace apenas unos meses, la especialización de los ciberataques es ya algo evidente. Así, al desconocimiento general de las empresas que tienen que convivir en el entorno digital se suman otras dos preocupaciones, ¿cómo serán los ciberataques del mañana? y ¿cómo defenderse de algo cuya naturaleza se desconoce?

El panorama español esta mayoritariamente formado por pymes, por lo que en sus organigramas la presencia de un CISO (Chief Information Security Officer) que ejecute la estrategia de la organización y coordina a técnicos e ingenieros para diseñar el entramado tecnológico que prevenga a la empresa de inseguridad informática, es desconocido y poco común. Tanto es así que, algunas de las amenazas más frecuentes en el ámbito de los ciberataques, como son el phishing y ransomware siguen siendo desconocidas para las compañías.

Ambas tienen en común su ventana de entrada a nuestros datos, el correo electrónico ya que, en el caso del primero, el delincuente persigue ganarse la confianza de la víctima para que esta realice acciones que no debería hacer y, en cuanto al segundo, se produce un “secuestro de los datos” en el dispositivo de la víctima y se pide un rescate económico a cambio. Además, están experimentando una gran evolución y profesionalización por lo que los ciberataques del futuro bien podrían ser sofisticaciones de estas dos tipologías.

Uno de los proyectos que más se está consolidando a nivel europeo y nacional, siendo Madrid el punto de partida y el modelo a seguir gracias a su desarrollo en la última década, es la creación de centros de innovación tecnológicos para que las empresas logren una mayor securización de sus sistemas y actividad frente a los ataques. Estos centros son concebidos para que, a través del incentivo conjunto de las empresas participantes, se logre el exponencial desarrollo y mejora de la competitividad del tejido productivo e industrial nacional a la vez que se logra una creciente concienciación respecto a la inversión en innovación e investigación.

Por eso, los centros de innovación tecnológicos están íntimamente involucrados con el entorno empresarial ya que el desarrollo de su actividad contribuye a la protección de la actividad económica desde varios enfoques. El primero de ellos es su actuación como asesor de las Administraciones Públicas, no solo protegiendo su presencia digital, si no ejerciendo como agente instrumental al servicio de las políticas regulatorias de dichas instituciones. De igual manera, al ser una iniciativa llevada a cabo por distintas empresas y gracias a nuestra experiencia en diversas propuestas de esta índole, conocemos la capacidad de este tipo de proyectos para impulsar acciones conjuntas gracias al intercambio de conocimientos, convirtiendo esa actividad económica en beneficio productivo para el tejido empresarial del país.

Un ejemplo del éxito en el que hemos tenido la inmensa oportunidad de participar es el Centro de Ciberseguridad de Andalucía, inaugurado a principios de noviembre, que nace con la misión de coordinar la Estrategia Andaluza de Ciberseguridad 2022-2025 y que ha marcado un hito en el proceso de digitalización de Andalucía. Desde este centro se van a controlar los servicios esenciales necesarios para el funcionamiento de las instituciones públicas, infraestructuras críticas y aquellas sobre las que se sustentan las redes de Andalucía.

Así, este centro y el resto que forman parte de la red de centros tecnológicos españoles, construyen un metaespacio dinamizador y transformador a favor de la protección contra los ciberataques a nivel estatal, empresarial y de la ciudadanía convirtiendo la incertidumbre y preocupación de las empresas en confianza, activo que trae consigo inversión, prosperidad y desarrollo.