Habría que asegurar la privacidad de algo tan anónimo e importante como un voto secreto y, al mismo tiempo contabilizar quién ha votado y quién no sin que esta información caiga en malas manos.

Nuestra vida es completamente digital. Hacemos la compra para que nos llegue a casa en menos de dos horas con Amazon Prime Now, gestionamos nuestras cuentas corrientes y hacemos transferencias desde el móvil. Incluso usamos Internet para conocer a nuestras parejas. Sin embargo, aún no hemos conseguido que la tecnología permita que la Democracia sea digital en todo el mundo.

Es más, todavía quedan muchos años para que practiquemos el e-voting, que es como se denomina a ‘votar cómodamente desde casa entrando en una web o una app móvil’. Estamos acostumbrados a las encuestas online, a los Google Forms e incluso a los programas de televisión en los que decidimos quién va a ganar el concurso. Sin embargo, hasta que la ciberseguridad esté totalmente contrastada en este tipo de sufragios, no podremos votar desde casa.

Aunque hay algunas webs muy interesantes como Change.org o incluso iniciativas públicas como las promovidas por el Ayuntamiento de Madrid, lo cierto es que el e-voting en unas elecciones democráticas por Internet todavía es algo que genera mucha incertidumbre. Esto se debe, principalmente, a que por ahora no hay suficientes medidas de seguridad para confirmar que es totalmente imposible que alguien intercepte la información que se está emitiendo y la controle.

El voto electrónico evolucionará hacia las urnas digitales

Por tanto, y aunque todavía quedan muchos años de papeleta y sobre tradicional, todo apunta a que el voto electrónico evolucionará hacia las urnas digitales, como ya pasa en casi una docena de países en el mundo, entre los que destacan Estados Unidos, Brasil, Bélgica, India o Venezuela. En lugar de insertar una papeleta, se vota de forma digital.

Sin embargo, estas urnas digitales están conectadas a Internet para enviar la información que recopilan a un servidor central. Por ello, pueden ser hackeadas de alguna u otra manera. Los resultados de un ciberataque son obvios: se puede influir en el resultado final cambiando el voto de las personas, engordando los números o incluso suplantar a quienes no votaron para hacer que quede registrado que sí lo hicieron .

De hecho, el año pasado unos hackers demostraron como, utilizando un sencillo dispositivo que se puede comprar en internet por menos de 15 euros, se podía resetear la tarjeta con la que vota un usuario para que pudiera volver a votar todas las veces que quisiera. En sólo unos minutos, el hacker demostró que se podían ‘insertar’ en la ‘urna digital’ más de 400 ‘papeletas digitales’.

Parece que en Brasil han encontrado una solución a este problema. En el país carioca se utilizan métodos biométricos para asegurar que cada ciudadano es quien dice ser, el riesgo está en qué ocurre con esa información una vez se ha emitido el voto.

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